La escucha activa es una habilidad imprescindible para tener éxito en nuestro entorno, tanto personal como profesional. Nosotros vamos a centrarnos en el aspecto empresarial, el de las organizaciones y el talento directivo, para daros algunas claves de porqué esta cualidad es tan importante.

Si queremos comunicar bien, algo clave que todo líder debe saber hacer, el paso previo es escuchar. Sin escucha activa -en breve os explicaremos qué es eso exactamente- no podemos comunicarnos bien. De hecho, la mayor parte de los problemas de comunicación de un directivo derivan de que prestan poca atención al escuchar, hablan por encima de los demás o no preguntan sobre lo que acaban de decirles.

Escuchar es clave para dirigir y motivar, ayuda a comprender, a situarse, a entender lo que las personas que forman parte de la organización sienten y piensan. También es un aspecto clave en negociaciones, y puede ser la baza definitiva que nos ayude a ganar o perderla.

Pero escuchar no es oír, podemos percibir muchos estímulos, pero a la vez estar incomunicados porque el volumen es mayor de lo que podemos retener o porque no recibimos lo que queremos y necesitamos saber.

¿Cómo puedo practicar la escucha activa?

Es importante saber que podemos aprender a escuchar. Os hemos hablado de la escucha activa, que no es otra que la que dedica plena atención, se concentra en el mensaje del otro, no va pensando respuestas mientras tanto, asiente mientras escucha, no interrumpe y plantea dudas sobre lo expuesto una vez el otro ha terminado. Ahora que ya sabes lo que es, reflexiona si este es tu patrón de escucha para saber si practicas la escucha activa o no.

¿Qué beneficios nos trae la escucha activa?

  1. Ayuda a detectar problemas latentes.
  2. Fideliza talento, ya que permite desactivar las quejas del que se siente escuchado.
  3. Aumenta la productividad al minimizar los malentendidos.
  4. Estimula a tus equipos, que alcanzarán mejores niveles en el desarrollo de sus tareas.

¿Qué barreras encuentra la escucha activa?

  • Nuestras emociones. Sentirnos tristes o malhumorados no nos predispone positivamente a escuchar a nadie, por eso el esfuerzo que hay que hacer para la escucha activa puede parecer pequeño, pero verdaderamente no lo es.
  • Exceso de ruido. Las reuniones o conversaciones importantes no pueden mantenerse en lugares ruidosos, escoger un lugar tranquilo nos garantizará mejores condiciones.
  • Las interrupciones. Llamadas de teléfono o mensajes, personas que entran y nos interpelan u otro tipo de distracciones visuales harán que no nos concentremos en el mensaje que nos están trasladando.
  • El exceso de información. Esto tampoco ayuda, mucha información nos dispersa a la hora de centrar el foco en un asunto concreto.
  • Un emisor aburrido. Lamentablemente, sobre esta cuestión no podemos intervenir nosotros, pero un emisor monótono, que usa un ritmo muy rápido o muy lento, dificulta a su oyente. Lo único que nos queda es ponernos “en guardia” ante este tipo de interlocutores y redoblar nuestra atención.

Ya conoces un poco más sobre la escucha activa, ¿te animas a ponerla en práctica? El equipo de KAIHŌ Capital te desea mucho éxito en su puesta en práctica.

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