El cambio es consustancial a una organización y su correcta gestión es una pieza clave para asegurar un correcto funcionamiento.

La filosofía griega antigua ya se planteaba estas cuestiones, para Heráclito -conocido como “El enigmático”- todo estaba en continuo cambio y movimiento. El pensador mantenía que el problema del cambio no es un problema, al menos mientras aceptemos que la realidad es contradictoria, variable y cambiante.

Este sencillo planteamiento está en la base de la gestión del cambio organizacional, en las que es imprescindible ejecutarlo correctamente para facilitar al equipo el proceso de aceptación y adaptación.

Promovido por la dirección y ejecutado por el departamento de recursos humanos, todos los departamentos tienen que estar implicados de algún u otro modo.

Veamos cómo debe gestionarse correctamente el cambio en una organización.

  1. Reconocer el cambio.

El factor sorpresa no se lleva bien con el cambio, adelantarnos a los imprevistos –aunque sabemos que no siempre es posible- siempre será mejor.

Reconocer el cambio y darle la justa importancia es también necesario, no es bueno hacer cómo que no pasa nada, como tampoco lo es hacer un drama, porque generará inquietud en la plantilla.

Lo ideal es compartir la información con el equipo cuando sepamos cómo lo vamos a afrontar para así generarles tranquilidad, además de hacerles ver la necesidad y todas las ventajas que conlleva.

  • Analizar sus efectos.

Cuando se produce un cambio en la organización, todos los puestos se ven afectados, tanto los directivos como el resto de empleados.

Es necesario analizar los posibles temores que puedan surgir a todos los niveles -incluidos los nuestros propios-, para elaborar una estrategia que los amortigüe. Esta estrategia pasa, necesariamente, por reflexionar conjuntamente con todos los empleados y anticiparnos así a los posibles obstáculos que puedan surgir en un futuro, tranquilizando también a la plantilla.

  • Comunicarlo con orden y transparencia.

Durante un proceso de cambio, no es necesario dar toda la información de golpe, sino que se puede escalonar conforme se vayan sucediendo las etapas que culminan con el cambio completo.

Sin embargo, sí que es absolutamente necesario, durante cada etapa, hacer una comunicación transparente de lo que está sucediendo, cuál es el siguiente paso y qué resultado final se obtendrá.

  • Participar del cambio de modo positivo.

Probablemente, en un proceso de cambio, la actitud sea lo único que podamos controlar. Por eso, nuestra actitud debe ser en todo momento constructiva y positiva, aunque también tengamos nuestros miedos. Más allá de lo que transmitamos con nuestras palabras, tenemos que hacer ver que el futuro contiene expectativas positivas.

  • Implica a toda la organización.

Para facilitar la adaptación al cambio, lo mejor es hacer que cada uno, en la medida de sus posibilidades, pueda participar de ese proceso y además sea conocedor de lo que se espera de él desde el principio. Otro punto positivo a sumar es hacer un seguimiento y dar soporte a nuestros empleados, lo que les hará comprender que ese cambio no representa un problema, sino un logro que se debe alcanzar como equipo.

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