Tanto los éxitos como los fracasos suponen un antes y un después, un desequilibrio en nuestra vida que nos saca de nuestra zona de confort y que debemos saber canalizar. Es el momento de replantearnos cómo hemos llegado a esta situación y qué debemos hacer para que se prolongue en el tiempo, en el caso de los éxitos, o que cambie el rumbo en la dirección correcta, en el caso de los fracasos. Esto se puede aplicar perfectamente a la vida de las empresas, sustituyendo las palabras éxito y fracaso por ganancias y pérdidas.
Antes de profundizar en cómo afrontar cada una de estas situaciones, vamos a recordar cómo podemos saber si nuestra empresa va encaminada hacia el éxito o el fracaso. Es decir, cuál es el resultado de nuestras pérdidas o nuestras ganancias. Simplificando, la ecuación es sencilla: Ingresos-gastos=resultados (pérdidas o ganancias). Los ingresos son entendidos como cualquier aumento de los activos o disminución de los pasivos, que no tiene como causa una aportación de los socios o propietarios de la empresa. Mientras, los gastos representan el concepto contrario: aumentos de pasivos o disminuciones de los activos que no se relacionan con distribuciones a los socios.
El riesgo de “morir de éxito”
Después de un gran triunfo se corre el peligro de “morir de éxito”. Puede que la demanda de nuestro producto se multiplique exponencialmente, pero ¿qué pasará si no tenemos infraestructura suficiente para dar respuesta a esa demanda? O ¿y si multiplicamos nuestra infraestructura y personal pero luego caen las ventas? Por tanto, después de un gran éxito es importante tomar distancia, aflojar el ritmo, analizar la situación fríamente y volver a centrarse. Otro de los peligros de los empresarios con éxito es que tiendan a asumir más del 100 por cien de la responsabilidad de todo lo que ocurre a su alrededor, cuando lo más eficaz sería que se aseguraran de que las personas que le rodean también asumen su responsabilidad al 100 por cien. Una dirección y plantilla comprometida con su empresa es la mejor garantía del éxito.
Haz del fracaso el mejor aprendizaje
Exactamente igual se debe hacer en el caso contrario. Después de un fracaso tendemos a culparnos y a experimentar sentimientos de derrota, enfado, tristeza o miedo. Unos sentimientos que debemos permitirnos para después volver a centrarnos y analizar los porqués de la derrota y la manera de convertir ésta en una oportunidad para aprender, mejorar y conseguir el éxito. Pero ¿qué debería cuestionarse una empresa que tiene perdidas?
A modo de sugerencia, te proponemos algunas áreas que podrías estudiar:
Estrategia de ventas. Investiga sobre lo que tus clientes quieren, los productos que demandan y centrándote en ello establece metas y desarrolla acciones de emergencia que puedan incrementar tus ganancias.
Gastos. Es fundamental recortar los gastos que no sean importantes y necesarios. También revisar los procesos y la mala gestión de sus recursos tanto de directivos como de los trabajadores.
Servicio al cliente. Un mal servicio post venta puede acabar con cualquier negocio. Reforzar este aspecto de tu empresa es clave.
Revisa tus precios. En momentos de crisis un ajuste de precios moderado puede captar un mercado potencial de clientes que buscan precios favorables.
Diversifica tu negocio ofreciendo servicios complementarios a tus clientes.
Buena gestión del stock. Utiliza promociones y ofertas para, al menos, recuperar lo invertido.
Sin duda, aumentar el saldo positivo de la cuenta de pérdidas y ganancias es el gran objetivo de los emprendedores, especialmente los más novatos, pero con la experiencia y el paso del tiempo te vas dando cuenta de que existen otros objetivos más allá del beneficio y, sobre todo, que no todos los beneficios aparecen en la contabilidad. Lo que no debes olvidar es que la cuenta de pérdidas y ganancias es un punto de referencia inexcusable en la gestión empresarial y que de su información parten cálculos vitales para aspectos diversos de tu negocio como el fiscal, el financiero, el del control o el de planificación y ejecución presupuestaria.