El éxito de un emprendedor depende, en gran manera, de cómo afronta sus miedos y se recupera de los fracasos. Si bien es cierto que una persona emprendedora tiene ciertas cualidades frente a otra que no lo es -apasionando, perseverante, ingenioso, poseedor de una naturaleza inquieta y de mente abierta-, tampoco es un ser sobrenatural y, como todos, tiene sus temores.

Identificar los miedos más comunes al emprendedor puede ser un buen primer paso para afrontarlos cuando estos te aborden. Hay tantos miedos como situaciones pueden darse, pero, en general, podemos agruparlos en 5 ámbitos.

El miedo al fracaso.

El más común, el que sienten todos, aquel que puede aplacarte, pero, a su vez, te ayuda a superarte en tu día a día si logras que no te paralice. Todos los que lo han sufrido dicen que aprendes a vivir con él, porque puede que nunca te abandone. Detrás de este miedo subyace un tema cultural, ya que en España el fracaso está estigmatizado, mientras que en EE.UU. es algo que los propios empresarios de éxito destacan como obstáculos que lograron superar.

Asimilar que no hay nada exento de riesgo y tener previstos diversos escenarios y sus posibles soluciones es el mejor sistema para protegerse frente a este miedo.

Miedo a la soledad.

Especialmente en las etapas iniciales, el emprendedor se aleja del trabajo tradicional con horario fijo para centrarse en su nuevo proyecto y poder tener un poco más de libertad. Sin embargo, esa libertad tiene un coste, ya que aislarnos de la sociedad más tradicional puede llevarnos a sentir una gran soledad.

Para afrontar este miedo nada mejor que dejarnos arrastrar por aquello que nos apasiona, sabedores de que será en las etapas más tempranas de nuestro proyecto cuando estemos solos, pero conforme éste crezca estaremos de nuevo rodeados de un equipo.

Miedo a dar el salto.

Otro de los grandes miedos del emprendedor es el de soltar aquello que cree que tiene asegurado, es lo que llaman “dar el salto al vacío”. Perder la estabilidad, sobre todo cuando se ha formado una familia o deben afrontarse cuestiones cuya estabilidad depende de nosotros, es algo para lo que difícilmente se está preparado. Por eso, antes de lanzarse, hay que tener un plan de negocio muy sólido, además de ser paciente, persistente y consecuente con las decisiones que tomemos para que nos acaben llevando a buen puerto.

Miedo a las dificultades y trabas.

El temor a que se acaben las ayudas económicas con las que ha contado tu proyecto, a las trabas burocráticas que deberás solventar o a no poder afrontar los pagos son intrínsecos al hecho de convertirse en tu propio jefe. Todas estas cuestiones forman parte de poner en marcha un negocio y se vencen trabajando día a día para hacer grande el proyecto y dejándote asesorar por aquellos que entienden de cuestiones económicas, además de evitar correr riesgos innecesarios sobre todo en los primeros pasos del negocio.

Miedo a crecer

Tu idea de negocio ha triunfado, los medios se hacen eco de ello, las redes sociales están revolucionadas con tu producto, el trabajo empieza a crecer como la espuma…. Al igual que crecen los pedidos. Aunque no lo creas, una de las situaciones que causa más inquietud es la de creer que no puedes hacerte cargo de un proyecto debido a su magnitud. Pero si puedes, no tengas miedo, estás en ese punto en el que ya tienes que rodearte de los mejores y confiar en tu ambición.

Tener miedo es algo normal, de hecho, se trata de un mecanismo de protección que nos ayuda a ser prudentes y tener los pies en el suelo, lo que hay que evitar a toda costa es que este sentimiento nos paralice. Conocerlos nos ayudará a identificarlos y hacerles frente. Y no olvides que un ganador es un perdedor que jamás se dio por vencido.

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